El verano entró, la bocanada de aire cálido me volvió débil e indefenso ante tus caricias. El tiempo que perdí buscándote entre mis sentimientos es ahora el tiempo que quiero emplear en estar contigo, en intentar que veas mi verdadero yo y no aquel fantasma que ambos recordamos con nostalgia. Y después del huracán, que arrasa con todo lo que te hace seguir adelante, tocas fondo, coges impulso y emerges a la superficie convirtiéndote en un ser más fuerte, aunque solo sea durante unos segundos. Te pones a pensar, lo pasas mal, la echas de menos, es lo primero en lo que piensas al levantarte y lo último que recuerdas antes de dormir, eso si no te pasas toda la noche soñando con ella. Pasas horas y horas machacando tu corazón, destrozando tu mente, intentando encontrarle lógica a un puto mensaje de texto. Maldiciéndote por haber puesto tu alma en manos de otra persona. Todo pasa en un abrir y cerrar de ojos y cuando te das cuenta estás intentando sacar un clavo con otro clavo. Echas por tierra todo, dices, ¿qué más da?, voy a seguir con esto, a ver que pasa. El tiempo como siempre causa estragos y no sintiéndote cómodo decides reiniciar. Las semanas pasan, los meses pasan, la ves pasar por la calle, el instituto, los bares... cada vez un sentimiento. Un día cualquiera te das cuenta de que todo lo que te ligaba a esas personas está roto, eres libre, has cambiado, pero te sientes solo.
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